dissabte, 11 d’octubre del 2008

Reedició VII: Cap.3 -CONVERSE-


Cap.3 -CONVERSE-

Sobre las 7:59 de la mañana se miraba en el espejo. Se estaba observando en el espejo. Mientras, el chorro de agua, como solía pasarle con el dinero, corría entre sus manos. A las 8 en punto el despertador hacía sonar la alarma, ese pitido afilado de ritmo progresivo. Rápidamente sacó las manos del chorro y salió corriendo del encuadre del espejo donde quedó reflejada su cara de sueño y sus últimas ensoñaciones. De nuevo frentre a su rostro, y volviéndose a observar minuciosamente, se preguntaba porque siempre se le olvidaba desconectar el jodido despertador. Lavarse la cara, peinarse, vestirse, desayunar y tantas otras tareas que hacía al despertarse no eran olvidadas con tanta frecuencia. Otra vez puso las manos bajo el chorro.

Se habían sentado en las escaleras unas compañeras y ella para comer el almuerzo tranquilamente. Bocado a bocado, con el sandwichito en su manita (con el meñique estirado por encima del resto de dedos), concentraba su mirada en el suelo del pasillo. Veía un desfile aleatorio de Converse. Al rato de estar viendo zapatillas de aquí para allá, su cerebro se puso a funcionar (al rato). Las Converse estaban de moda, de eso no cabía duda. Habían resurgido como uno de los símbolos de moda de una "minoria". Parecía que en principio imprimían una gran personalidad, incluso la variedad de modelos, con sus colores y sus texturas diversos, sus temas con cómics, graffittis, música... ofrecían una calidad de elección personalizada encomiable. Se habían convertido en sello identitario de multitud de individuos. Una gran moda de la minoria.

Pero con mayor amplitud de vista creía poder distinguir la esencia de esta moda, de toda moda. Lo importante era llevar unas Converse. No porque ese objeto le definiera a uno mismo, a sus gustos, sinó porque representaba sus gustos y, por tanto, a uno mismo. Eso era la moda; no tenía ni porque gustar, pero producía una sensación artificial muy parecida, sustitutiba. Sobraba con convencer a la gente de lo que se suponía que representa, o sea, a ti. O a todos, que era lo mismo. Al fin y al cabo, un negocio.

Después estaba aquel grupo de recalzitrantes personajillos, los "primeros" en llevarlas, esa especie de ideólogos de autenticidad registrada, que al final se asquearían de su propia moda, rota su "esencia inicial", y se irían a retro-modernear, por ejemplo, la Reebok Classic o las bermudas.

No se fiaba un pelo de lo que su cerebro pensante le decía. Ella llevaba unas Converse, heredadas de su hermano mayor. Unas Converse y encima de un hermano mayor. ¡Y guapo! Lo importante es que ella se sentía feliz con las botas. Era como entrar a Bherska y no salir de manos vacías. Era para cagarse y no limpiarse. Insertada en la sociedad se podría decir.



RATM - Beautiful world